En búsqueda constante de su sí misma, Vic Tolomei es la curadora posmoderna que no se conforma tan fácil ni tan pronto. Luego de viajes a través del under artístico, hoy trabaja con grandes marcas para brindar su mirada curatorial y enfocar los procesos hacia una mirada más sensible y trasgresora. Vic es joven pero trae consigo un recorrido constante de preguntas y exploración. Eso es lo que la lleva mirar a través del tiempo e intentar comprender el movimiento constante de las intenciones humanas. Un poco de arte, un poco de punk y otro poco de profundo respeto hacia su incansable búsqueda de lo trascendente. Allá va ella, mirando hacia adelante y sin perder de vista la historia detrás.
1- A los 18 te fuiste a España a “ver qué onda”. ¿Qué te aportó ese viaje?
Fue una experiencia que tuvo gran impacto en el conocimiento de mí misma, fue una búsqueda interna para entender quién era. Yo venía de un colegio privado donde todo estaba muy delineado y no me sentía a gusto con ese camino. Durante mi adolescencia estuve muy atravesada por preguntas y cuestionamientos, y también por la música. Fui recibiendo info de lo que estaba pasando en la escena musical y conecté mucho con bandas independientes del punk rock, un estilo que cuestiona mucho el sistema. Cuando llegué a Madrid fue muy revelador, de repente estaba sola, a los 18 y en un lugar desconocido. Así que me dediqué a perderme. Y casi naturalmente me fui vinculando con un circuito cultural -no desde el mundo del arte y de las galerías- sino por fuera de ese sistema. Ahí sentí que había algo que era parte de mi búsqueda de lo diferente. Analicé la situación, las galerías me gustaban, los museos, e hice un relevamiento de lugares en los que me gustaría trabajar. Yo no tenía papeles ni nada, pero me puse a buscar trabajo en los lugares que más me gustaban en ese momento. Así fue que empecé a trabajar en una escuelita de creativos –ZINK- que era en un garaje. Se levantaba una persiana y era un lugar increíble, lleno de libros, data por todos lados, creativos. Ahí empezó todo. Donde también comencé a interiorizarme en la cultura artística callejera-urbana. Así que cuando volví hice lo mismo acá. Vi qué estaba pasando y busqué trabajo en una galería que me gustaba.
2- Después de tu viaje te metiste en el mundo de la curadoría. ¿Qué te dio la carrera a la hora de tomar ciertas decisiones en este circuito?
Me costó bastante decidir estudiar porque las estructuras tan formales siempre me resultaron difíciles. Pero sentí que era algo que me podía a ayudar a plantarme un poco más fuerte y estar más segura. La realidad es que gran parte del conocimiento lo recibí más desde la práctica, siempre aprendí mucho haciendo. Pero si hablamos de la carrera, creo que uno de los grandes aprendizajes que me llevo es haber podido afirmar la idea de que los circuitos tradicionales se preocupan más por mostrar lo que pasó que lo que está pasando. Y la verdad es que a mí siempre me interesó lo que está pasando. Pero sí me sirvió para entender lo que pasó, y eso me ayudó a entender que hay ciertas cosas que hoy suceden y responden a cosas de antes. Y ahí está el dialogo pasado-presente. Muchos movimientos artísticos fueron consecuencia de movimientos anteriores, y comprender la relación con la historia del arte me ayudó a tener una visión más fina, a tener los poros más abiertos para ver qué paso para que algo suceda.
3- Viniendo del palo del under, ¿qué te pasó a la hora de trabajar para marcas?
La realidad es que siempre estuve en contacto con marcas, porque cuando sos independiente necesitás buscar recursos para hacer lo que te gusta y te autogestionás. En ese sentido nunca tuve problema con trabajar con marcas, siempre me sentí cómoda. Me parece que el conflicto está en el momento en que vos cedés ciertos ideales porque otro te lo pide, y eso se puede dar en cualquier situación. Es verdad que hay marcas que por sus objetivos comerciales pierden cierta sensibilidad o no les importa el contenido artístico. Pero yo siempre traté de vincularme con marcas a las que le importaran estas cuestiones o con las que pudiera tener una comunicación fluida. Cynar, por ejemplo, es un equipo de gran sensibilidad y calidad humana. Fue muy lindo poder sentarme a hablar con gente en el mismo idioma, hubo una conexión inmediata. Y a la vez siempre me gustó ir más allá y ponerme a prueba con nuevos desafíos que pueden servir a mi carrera por una estructura de trabajo diferente. Creo que se trata de eso, de sentirse un poco perdido y salir de la zona de confort para volver a encontrarse.
4- Dentro de esta búsqueda de lo nuevo, soles destacar lo disruptivo como un punto de interés. ¿Qué creés que es disruptivo hoy?
En términos culturales creo que tanto nuestra sociedad como el mundo en general, están atravesados por algo muy determinante: las redes sociales. Me parece que eso modificó por completo la relación entre los consumidores, los espectadores, el artista y la institución. Alteró la dinámica y hubo un cambio muy grande en términos de comunicación. Y eso también tuvo su impacto en los artistas urbanos que comenzaron a visibilizarse mucho más donde hoy pueden ser influencers que tienen miles de seguidores. Eso es un punto de inflexión. Si me preguntas a mí que es lo disruptivo hoy, creo que tiene que ver con la revolución tecnológica que modificó nuestra relación con el tiempo. Además, tenemos demasiado acceso a la imagen y a la información y eso hace que ir a una muestra hoy no sea lo mismo que antes. Por eso lo que puede tocarme una fibra diferente son esos artistas que incorporan esta revolución y creen que ahí tienen algo para explorar.
5- Si jugamos a volar, ¿qué se viene en los próximos años?
Este año es bastante particular porque no sigo con la Fundación ICBC, que era un espacio en el que llevaba adelante mi propia búsqueda como curadora. Todos los años armaba un programa que respondía a una pregunta y eso también me llevaba a estar más atenta a lo que estaba pasando en el circuito artístico. Ahora estoy en una etapa de tomar aire, de hacer espacio. Por eso me resulta difícil arriesgar una proyección. Pero lo que sí voy viendo es que en general hay otro compromiso con las causas. Tal vez a partir de nuestra relación con la tecnología hay algo diferente, quizá más directo. Ahora voy en la búsqueda de escuchar, mirar y volver a comprender desde dónde me paro dentro de todo esto, ver de quién quiero aprender. Creo que este es mi año de reencontrarme y volver a elegir.
#5Points: Galeria Local, Munar – un nuevo espacio en el barrio de La Boca-, Fundación Proa y el Bellas Artes -siempre-, un tour de arte urbano por La Boca y por Barracas.