Herman Kolgen: El hombre y las máquinas

En el marco de la segunda fecha del MUTEK Argentina –que se llevó a cabo de 22 al 24 de septiembre en Buenos Aires– se presentó el canadiense Herman Kolgen en la sala sinfónica del Centro Cultural Kirchner. Con la relación entre el hombre y la tecnología como nexo conductor, la propuesta audiovisual de alto impacto se dividió en tres obras. Este artista que desde hace más de veinte años elabora videoinstalaciones, piezas de cine y performances, fue uno de los platos fuertes del festival proveniente de Motreal que puso en escena a más de 50 artistas durante el fin de semana.

1. Train Fragments. La primera performance del artista estuvo ensamblada con músicos del conservatorio Juan José Castro que combinaron instrumentos percusivos industriales y tradicionales. A través de los efectos, las percusiones y los videos –acompañados de la magnitud de la sala– el público se vio atrapado en la propuesta artística que dejó perplejo a más de uno. El concepto fue basado en imágenes provenientes de la relación del hombre con el ferrocarril; una de las máximas innovaciones de la emblemática revolución industrial que dio inició a la relación social de existencia en la que el hombre se ve sumergido, y que este artista busca poner en foco de discusión.

Gentileza MUTEK Argentina
Gentileza MUTEK Argentina

2. Aftershock. Luego de unos minutos dedicados al desarme de los músicos que acompañaron a Kolgen, comenzó la segunda puesta que fue sin dudas la de mayor impacto. Allí se pudo identificar fuertemente el concepto del artista en relación a la amenaza que auto-genera el hombre a través del uso de las tecnologías. Inspirada en los desechos nucleares, interpeló a los asistentes con imágenes que reflejaron un posible futuro del mundo sin vida. La tensión de la escena se percibió de manera imponente tanto en la música como en las proyecciones en la inmensa pantalla que se ubicaba detrás del artista y sus máquinas. Imágenes cinematográficas a gran escala reflejaron el resultado de la catástrofe tecnológica, resultado de la ambición sin medir consecuencias que conducen al ser a su propia destrucción. Paisajes desolados, ciudades destruidas y un gris predominante en la escena, atrajo la atención del público ante los intensos movimientos que se generaron.

3. Seismik. El cierre dio lugar a la expresión propia de la tierra, acercando la música de nuestro entorno natural a los humanos. El artista disparó, a través de máquinas y antenas, las distintas frecuencias de distintos puntos del globo conectado a través de sismógrofos. Ha desarrollado un increíble software que registra campos magnéticos y actividad sísmica, a partir de las tensiones y frecuencias. La sala sinfónica colmada vibró a partir de estas frecuencias eléctricas que el hombre recibe a diario en todo el mundo. La interconexión global a través de Internet influye en el sonido generado y le dan una aleatoriedad que golpeaba en los sonidos y las reacciones del público. Con una modulación constante, y las impresionantes imágenes que acompañaban, la última puesta del canadiense dio un atrapante cierre al espectáculo.

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