Consumo consciente para salvar el planeta agua

ph: Kevin Zaouali

Necesitamos cambiar nuestras decisiones en el consumo diario para salvar el océano y así, nuestro futuro como seres humanos.  

Nota por Martina Álvarez / Lic. En Comunicación & buceadora profesional para Sin Azul no hay Verde.


Nacimos en un planeta donde vivímos del mar y la tierra, y por alguna extraña razón sólo nos hacemos responsables y tenemos conciencia de la última de ellas. Llamamos a nuestro mundo “Planeta Tierra” cuando el 90% es agua. Compartimos la misma luna, los mismos vientos, la misma energía. La mayoría de nuestras economías terrestres dependen de un océano para subsistir.

Hoy sobran imágenes de delfines con bolsas enredadas en su hocico y ballenas o tortugas que mueren por ingerir plástico. Más del 90% de los animales del mar tienen plástico en su estómago y probablemente sólo tengamos un pequeño porcentaje fotografeado de lo que en realidad sucede ya que sólo conocemos un 5% del océano.

Pasan los años y la educación crece, la ciencia avanza, pero del océano, ese inmenso y misterioso universo azul repleto de vida del que dependemos hasta para respirar, se escucha poco y nada. Y sin darnos cuenta lo afectamos con nuestras acciones.

Más del 80% del plástico que está en el océano proviene de la tierra. Aunque no vivas cerca del mar, es probable que tu basura llegue al mar. Lo que usamos va a la basura pero no desaparece. La “cualidad” de ser duradero que tanto caracteriza al plástico es un arma de doble filo. Permanece en el tiempo.

Las lindas aguas azules de nuestro mar estan cubiertas por microplásticos. Estos son partículas pequeñas de plásticos que alguna vez usamos y no desaparecieron del planeta. El río, el viento, las fábricas y nosotros hicimos que terminen en el mar.

Los microplásticos casi no se ven pero afectan la salud de cada ecosistema del mundo. Se encuentran tan incorporados en el océano que intervienen en la cadena alimenticia: Las algas marinas y las larvas de peces se alimentan de ellos. A su vez, otros peces de mayor tamaño se alimentan de estas larvas de peces, que a su vez son devorados por otros peces aún mayores. Esto genera que el plástico esté en cada especie del océano.

La tierra tampoco se queda afuera. Las aves del mar viajan miles de kilómetros y se alimentan de peces. Cuando abren sus grandes picos recogen plástico de la superficie y alimentan a sus crías. Y, por supuesto, nosotros estamos incluidos en esta cadena ya que nos alimentamos de ese plástico cada vez que comemos algo del océano.

Necesitamos de un océano saludable para que el mar pueda cumplir sus funciones principales: regular el clima para protegernos del calentamiento global, generar el 50% del oxígeno que respiramos y proveernos trabajo y comida.

Es un único océano, sin límites, tirás la basura en China o en un río de Argentina y todo llega al mismo mar sin fronteras. Es importante saber que estos plásticos provienen no sólo de grandes fábricas sino de las acciones individuales que realizamos cada día en nuestras decisiones de consumo. Pueden encontrarse desde que nos levantamos en los productos que elegimos para lavarnos los dientes, enjuagarnos el pelo, la ropa que nos ponemos y los elementos que usamos.

A esta altura de la situación filtrar todo el océano para eliminar los microplásticos parece una increíble utopía pero podemos empezar por transformarnos en consumidores conscientes. Tomar pequeñas decisiones pueden hacer la diferencia.

Por año cada persona del planeta usa 136 kilos de plastico de un solo uso, es decir “descartable”. Esto podría evitarse fácilmente sin optar por la compra de esos materiales. Podemos evitar usar platos, sorbetes y cubiertos de plástico, cambiar las bolsas plásticas por bolsas de tela, las tazas del “café para llevar” por propias. Otra acción simple, pero no por eso menos importante, es tener nuestra propia botella de agua – en Argentina se tiran 12 millones de botellas plásticas por día, este número podría reducirse si cada uno tuviera su propia botella reutilizable.

La buena noticia es que el mundo está despertando y comienzan a surgir alternativas. Un ejemplo es el bioplástico, plásticos derivados de vegetales como el aceite de soja, maíz o la papa. Son biodegradables y no dañan al planeta. Podemos elegirlos y ser parte del nuevo paradigma sustentable

Si nuestro consumo continúa igual se supone que para el 2050 la producción de plástico se triplicará. Hoy sólo una pequeña porción del plástico es reciclado, el resto permanece en nuestro ambiente cubriendo la tierra y los océanos. El primer paso hacia el cambio comienza por uno mismo.

El mar Argentino es uno de los más ricos del planeta y como ciudadanos debemos proteger lo que es nuestro y del mundo para poder vivir en equilibrio y la armonía con la naturaleza. Desde Sin Azul No hay Verde buscamos conservar y regenerar la biodiversidad del mar nacional.

Lo que hoy sucede en el mar es consecuencia de nuestras acciones y decisiones. Como seres racionales tenemos el poder y deber de cambiar el panorama que creamos para nuestro futuro. Todavía podemos re-aprender a vivir de una manera saludable para mejorar el mundo que construimos. “Considéralos a ambos, el mar y la tierra, y ¿no encuentras una extraña analogía con algo en ti mismo?” ― Herman Melville, Moby-Dick.

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