El Alquimista de la era digital, un niño adulto y decadentista pop que jerarquiza la basura del neoliberalismo, Rafael Chehín, también conocido en los circuitos artísticos de Buenos Aires y Europa por su pseudónimo ‘TAK’, está completando un círculo vital y comenzando una nueva etapa creativa. El artista, como las serpientes, está mudando de piel.
¿Qué piel? ¿Cuál es la epidermis de esta transformación? La chatarra, molde original de los antiguos escultores, es ahora en manos del artista, PIEL DE BRONCE. El proceso de mutación, conocido como ‘moldeo a la cera perdida’ se remonta al período del 2500 A.C y fue revolucionario en Grecia para la confección de armas; hoy, signa el trabajo del artista bajo la forma de 5 obras originales que cuestionan al establishment del sistema capitalista moderno.
Imaginen por un momento a Lou Reed en la era de ‘Transformer’, con su romanticismo eléctrico, oscuro y desafiante, poblando la música pop con personajes marginales, la mugre de las calles más peligrosas de New York, historias desesperadas y desviadas que tratadas por el poeta vampiro del underground se convirtieron en un haz de luz, bello, revelador, importante, como un diamante de dignidad rescatado del lodo más despreciado y socialmente condenado.
Ese también es el arte transformador de Chehín, cuando en un principio logró hacer virtud estética de los desechos materiales de la sociedad y luego, ahora, que los enaltece a través del símbolo del bronce: los alquimistas debían transmutar su propia alma antes de transmutar los metales.
Y en su alma encontramos ‘El Perro’ cuyo ladrido de bronce denuncia la hipocresía y la sumisión ante un sistema económico cada vez más deshumanizado. ‘La Jirafa’ alta y bronceada como la honradez de la integridad. ‘Mickey Mouse con cadenas’ y la paradoja del entretenimiento como control social, el consumo y la cultura pop como una prisión para el libre albedrío. ‘El Robot Corazón’ como una metáfora del automatismo y la hipernormalización. Y por último, ‘El Niño de las Estrellas’, ese pequeño guerrero de luz broncínea que representa los sueños del futuro y la esperanza de un mundo mejor, tal vez lejos de nuestros vicios mundanos y proyectado en los astros.
El artista Rafael Chehín TAK jerarquiza la basura, y su sensibilidad nos recuerda que no hay transformación de la oscuridad en luz, ni de la apatía en acción, sin el compromiso emocional del corazón humano.
Texto: Martín Other (cantante y guitarrista de The Otherness)
Fotos: Diego E. Méndez Chiesa