“Es un espacio sin tiempo” promete la nueva colección que Evangelina Bomparola creó para vestir las noches porteñas en el invierno que se viene. Bajo un relato mitológico y casi como en un juego se desafía a la causalidad y al destino y se emprende un camino en la búsqueda del disfrute y el buen vivir. La nueva línea de Bomparola se divide entre esos dos mundos, con siluetas rígidas y geométricas que hablan un poco de esta inflexibilidad del tiempo, pero que por momentos se ablanda en una caída libre donde la comodidad le gana a lo rutinario y permite que el cuerpo se suelte.
Las dualidades complementarias ya son una constante en la marca, que tal vez inconscientemente presenta colecciones veraniegas a partir de la luz e invernales en la completa penumbra, dos caras que siempre se apoyan en un trinomio perfecto de colores sólidos: negro y blanco, acompañados por un rojo intenso y un dorado metalizado, la paleta de esta temporada. Las prendas apelan a una distinción suprema, con crepes, sedas, cachemiras, y brocatos que dibujan suaves texturas similares a un print de reptil.
Y aunque Bomparola insinuó influencias orientales, a nosotros esta colección, con sus cinturas marcadas, capas reversibles y amplias mangas nos transladó a la Francia de Luis XVI y sus elegantes mosqueteros. Tal vez sean los acentos en carmesí o los guantes que se elongan como mangas, y seguramente hay algo en ese peplum invertido que logró cautivarnos y cerrar una colección que en la elegancia y delicadeza se hace fuerte. El tiempo vuela, el equilibrio está en encontrar a dónde queremos que se pose cuando se canse de batir sus alas.